viernes, 3 de septiembre de 2010
Manual para colgar un reloj
Marco Algorta
“No te regalan un reloj, tú eres el regalado...” Julio Cortázar, Preámbulo a las instrucciones Para dar cuerda a un reloj Es domingo. Usted levántese tarde y sólo salga de la cama después de muchas vueltas. Algunas personas insistirán con que hay que aprovechar el día, está tan lindo afuera. Resista. Déjese llevar por la placentera depresión de los domingos y al tercer llamado, cuando una pequeña discusión termine de despabilarlo, ceda. Elegirán como programa una feria barrial donde el consumo es la finalidad. Otra vez déjese llevar, por ahora no importa. Antes de salir compruebe que lleva dinero suficiente como para comprar un reloj. No se desespere, usted verá que le va a ser útil. En uno de los puestos de poca concurrencia, en un rincón de la feria, lejos de los bolsas que prueban y no encuentran, verá que hay un reloj de pared a la venta que por detrás de las agujas, tiene impresa a efectos decorativos una frase de los Beatles, “All you need is love” (todo lo que usted necesita es amor). No se detenga en el enunciado, preocúpese de elegir un aparato con una mezcla de colores que no le combine con la cocina, el único lugar de su casa donde tendría sentido la presencia de tal monstruo, por el huevo duro que lleva diez minutos. Al volver a su casa cuélguelo al lado de la heladera hasta que quien lo conduzco a la feria, se queje de semejante mamarracho de mezcla de tonos. Verá entonces que en ninguna pared de la casa tiene lugar el aparato y usted creerá que malgastó su dinero. Este es el primer milagro. Lleve el reloj hasta aquel rincón de la casa que es suyo, donde guarda los libros y encierra recuerdos y donde nadie se quejará de su presencia. Cuélguelo nuevamente. Lo molestará la constante presencia de la urgencia dictada por un tic-tac. Siéntese. Mírelo fijamente entrecerrando los ojos hasta tener una visión nublada de todo, salvo de lo que importa. Ya se habrá dado cuenta. Sáquele las pilas al reloj y disponga las agujas de una forma que se superpongan y no molesten. Otra vez mérelo y acepte – que no es lo mismo que entender- que usted ya no necesita saber la hora. Todo lo que usted necesita es amor.
Extraído de: http://www.historiasdecaracter.com/
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